El último viaje.

Ingresé corriendo para ver a mi papá, lo encontré arrodillado en la puerta de nuestro cuarto abrazando fuertemente a Oswaldo. Sintió que llegaba y sin voltearse siquiera, extendió uno de sus brazos y me abrazó. Tenía la mirada perdida, dejó a mi hermano mayor para coger a Miguel que tropezó al llegar a su lado. Con los dos abrazados se levantó y como si volviese de un sueño, con la serenidad que lo caracterizaba, preguntó: - Y muchachos, ¿Cómo están? -. Oswaldo quiso decir algo, pero él se adelantó y nos dijo: - Vengan, quiero que vean lo que traje -. Y con la mayor espontaneidad del mundo nos condujo hasta la cabina del camión, ese camión rojo que siempre espera que regrese con mi papá. Soltó un ligero suspiro y comenzó a contarnos lo que había sucedido en su último viaje. Luego nos habló de lo que significaba la vida, de las vicisitudes y contrariedades, de las sorpresas que nos tiene reservadas, algunas agradables y otras no tanto. Nos pedía que a las cosas las tome...