Mi papá apareció después de algunos días, una tarde en que Miguelito se encontraba enfermo. Tenía fiebre y estaba echado en la cama. La vecina le había puesto unas hojas de malva en el estómago y mojado la cabeza con sus orines. Escuché decir que estaba empachado y que había que darle purgante. La ancianita que pasó a ser nuestro ángel guardián, se sorprendió al ver que mi papá ingresaba a la casa cuando ella lo estaba curando. No recordaba quien era y por poco lo echa a escobazos. “¿Qué quiere usted aquí?” le increpó. “Esta es mi casa, explíqueme que hace usted aquí y que le hace a mi hijo” le contestó mi papá, visiblemente sorprendido. La señora le explicó que vivía enfrente y que el niño estaba enfermo. Dándole la espalda para seguir atendiendo a mi hermano, le increpó por no saber con quién deja a sus hijos. “Esa mujer dejó abandonadas a estas criaturas” Mi padre preocupado por lo que nos había pasado y por la salud de Miguel, agradeció a la anciana por los cuidados que nos dio, p...