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Mostrando entradas de septiembre 21, 2009

La casa de la tía.

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Los últimos rayos del sol luchaban desesperadamente por no ser tragados en el mar. El cielo limpio y despejado, contrastaba con el ambiente que sentí dentro del camión donde viajábamos. Al despertarme noté que el viaje ya llevaba varias horas, un sopor muy fuerte me hacía transpirar abundantemente. Miguelito seguía durmiendo en los brazos de la tía Lucrecia, yo me había quedado dormido sentado, entre la tía y otra señora que viajaba con nosotros. El que manejaba era un señor que lo vi el día que llegó mi papá. Reía constantemente y mostraba unos dientes muy pronunciados desordenados y sucios, como sucios también eran los pantalones y la camisa que en ese momento llevaba. Luego de cruzar un gran cañaveral, que nos demandó un montón de tiempo, encontramos una gran imagen del “Señor de la Caña” junto a un letrero que nos anunciaba que estábamos en la “Hacienda Chiclín”. Una gran explanada y muchas personas realizando trabajo de campo, constituían un oasis en medio de tanto verdor. El ca